Características elementales del testimonio apostólico
Por mucho tiempo los teólogos han tratado de definir cual es el «centro elusivo» de la teología bíblica. Esto es, ¿cuál es el mensaje central de las Escrituras y el testimonio apostólico? Desde la Reforma, la mayoría de los protestantes se han enfocado en la justificación por fe. Durante los últimos cien años, ocurrió un cambio en torno a la escatología. Algunos dentro del movimiento pentecostal/carismático se han enfocado en la actividad del Espíritu Santo. Aquellos que están dedicados a los estudios judíos y del Antiguo Testamento usualmente enfatizan la naturaleza pactista de las Escrituras. Y un pequeño contingente de científicos (ya que la mayoría de los teólogos no se atreven a cuestionar el dogma darwiniano) buscaron incansablemente establecer al creacionismo como el fundamento de la Biblia.
La razón principal por la cual la teología bíblica no tiene un centro es porque las Escrituras no son presentadas de manera categórica, organizadas como una teología sistemática. Más bien, la Biblia es una simple narrativa, presentada de manera lineal y cronológica. Y como es de esperarse, no existe un centro en una línea de tiempo. Todos los eventos asumen un comienzo en común, transcurren uno tras otro y apuntan a la misma culminación definitiva. Aunque no hay una idea singular que defina a la teología bíblica, sí hay eventos definitivos que se convierten en característicos dentro del testimonio apostólico.
Los eventos de la historia de la redención son establecidos en los capítulos iniciales de Génesis, donde el pecado y la muerte arruinan lo que Dios hizo (véase Rom. 5:12ss, 1 Cor. 15:21ss). De esta manera, el testimonio apostólico es fundamentalmente creacional. Este principio establece el contexto para el fin en el Día del Señor cuando Dios restaurará todas las cosas (Mt. 19:28; Hch. 3:21) y hará cielos nuevos y una tierra nueva, limpios de todo pecado y muerte (2 Pe. 3:13; Apo. 21:1ss). Por lo tanto el testimonio apostólico es también apocalíptico.
Además, la bendición de la vida eterna será administrada conforme a los pactos (Gen. 12:2s; Sal. 72:17ss), porque la primogenitura de Israel nunca será revocada (véase Rom. 11:11-29). Por eso el testimonio apostólico es también pactista, como es claramente evidenciado por la pregunta de los apóstoles, «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?» (Hch. 1:6)
Aunque el Día del Juicio será radicalmente apocalíptico, Dios es paciente no queriendo que nadie perezca (2 Pe. 3:9). Dios está mostrando misericordia en este siglo, esperando para hacer de sus enemigos el estrado de sus pies (Heb. 10:12s), porque «Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom. 5:8). Este siglo es por ende esencialmente cruciforme, es decir teniendo forma de cruz.
Y finalmente, concerniente al testimonio de la historia de la redención—especialmente la Cruz y el Día del Señor (véase Hch. 10:42ss)—Dios nos ha dado su Espíritu Santo para confirmar la verdad (Hch. 1:4-8). Así el testimonio apostólico es también carismático, dependiendo totalmente del don de Dios para hacer que la gente se vuelva de la ira que vendrá.
Muchos movimientos y tradiciones a lo largo de la historia de la iglesia han enfatizado uno o dos de estos elementos (usualmente para el detrimento de los otros), pero desgraciadamente pocos han buscado una proclamación que los integre a todos. Buscamos un testimonio holístico del evangelio que sea creacional, pactista, cruciforme, carismático y apocalíptico—»¡Al único y sabio Dios, por medio de Cristo Jesús, sea la gloria para siempre!» (Rom. 16:27)

John Harrigan
Autor
John es un plantador de iglesias y misiólogo que vive en Columbia, SC con su esposa Lydia y sus cuatro hijos. El viaja y enseña acerca de la Cruz, la gran comisión y el regreso de Jesús. Su sitio web es gospelofchristcrucified.com.