El reto de la fe
El apóstol Pablo tenía dos cargas principales en su vida: la primera venida de Cristo y la segunda venida de Cristo. La primera fue para pagar por el pecado (cf. Rom. 5:8; 2 Cor. 5:21; Gal. 3:13), mientras que la segunda para traer salvación (cf. Rom. 8:23; 1 Cor. 15:23; Fil. 3:21). Esto era lo que lo consumía e impulsaba en su ministerio (cf. 2 Cor. 5:14). Sin embargo, se requiere del más alto nivel de fe para creer en la realidad de las dos venidas.
Por un lado el espíritu de este siglo milita en contra de creer en la segunda venida y el Día del Señor. Dios realmente no lo arreglará todo; Jesús realmente no regresará con fuego ardiente y ángeles para juzgar a los vivos y a los muertos; nosotros realmente no rendiremos cuentas por todas nuestras palabras y obras; etc. Se requiere de fe para creer que Jesús es real, que El está vivo, y que Dios «ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien El ha designado» (Hch. 17:31). La realidad del Día del Señor es terriblemente descuidada en la predicación y enseñanza de la iglesia en la actualidad.
Sin embargo, aún más difícil de creer es que en ese Día la única cosa que Dios tomará en cuenta como justicia es el sacrificio expiatorio de Cristo Jesús (cf. Rom. 3:24s; 5:9s; Efe. 2:12s; Col. 1:21s; Tit. 3:7). Se requiere de un nivel de fe aún mayor para creer que cuando comparezcamos delante de Él en su segunda venida, el único medio para escapar de la ira de Dios y heredar la vida eterna es al creer de corazón en ese Sacrificio por nosotros. Cualquier otro medio para llegar a Dios será considerado como «mi propia justicia» (Fil 3:9; cf. Rom. 10:3), en otras palabras auto-justificación, la cual prontamente heredará un lago de fuego.
Esto es totalmente contra-intuitivo y comúnmente hace que creyentes sinceros como el apóstol Pedro (¡!) y Bernabé (Gal. 2:12s), «desechen la gracia de Dios» (Gal. 2:21), siendo «separados de Cristo» (Gal. 5:4), y por lo tanto «son enemigos de la cruz de Cristo» (Fil. 3:18). Desde luego, ellos creen genuinamente que están bien con Dios, pero en realidad «no se mantienen firmemente unidos a la Cabeza» (Col. 2:19), y lamentablemente «su destino es la destrucción» (Fil. 3:19).
Si el mundo rechaza la realidad del Día del Señor, entonces los religiosos rechazan la realidad de la Cruz—y ambos viven según la carne y rechazan al Espíritu de Dios (cf. Rom. 8:3f; Gal. 3:3; Fil. 3:3). Por eso, el reto de la fe es «seguir avanzando» en justificación por fe «hacia la meta» del regreso de Jesús y la resurrección (Fil. 3:14). La vida que vivimos en este siglo la vivimos por fe en el Hijo de Dios, quien nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Gal. 2:20). Esto se llama «correr la buena carrera» (Gal. 5:7), es decir «una buena obra», que Dios mismo producirá y «perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús» (Fil. 1:6).

John Harrigan
Autor
John es un plantador de iglesias y misiólogo que vive en Columbia, SC con su esposa Lydia y sus cuatro hijos. El viaja y enseña acerca de la Cruz, la gran comisión y el regreso de Jesús. Su sitio web es gospelofchristcrucified.com.