No amen al mundo
No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo… El mundo pasa, y también sus pasiones.» (1 Juan 2:15-17)
Juan, el último de los apóstoles originales, escribió esto a finales del primer siglo para animar a los creyentes a permanecer firmes ante las enseñanzas gnósticas que estaban invadiendo a la iglesia. Irónicamente, estas mismas palabras que escribió luego fueron (aún en la actualidad) interpretadas por medio de esas mismas suposiciones gnósticas [1]. Este pasaje, y otros similares, fueron interpretados como un llamado a la santidad ante la realidad de que Dios iba a destruir Su creación.
El «mundo» (‘kósmos’ en griego) es una palabra que significa simplemente un arreglo u orden de las cosas. Aunque en teoría, el cosmos pudiera referirse a la estructura material de algo—como la tierra—las referencias del Nuevo Testamento acerca del mundo son casi siempre una referencia al «presente orden de como funcionan las cosas en el mundo». Así que la exhortación de Juan, en el contexto del resto de la carta, hubiera sido entendida así, «No se aferren al presente orden de las cosas o al resultado de tales cosas, hermanos. ¡Todo esto pasará!»
De la misma manera, Pablo anima a los creyentes en Roma a que «no se adapten a este mundo» (Rom. 12:2). Este es un mensaje constante de todos esos hombres que nos fueron enviados por el Señor Jesús. No participen en el presente orden de las cosas, ya que (el orden del mundo, no el mundo mismo) será derrocado y aplastado en la venida de Jesús.
Lo que es despreciado por Jesús—en contraste con los maestros gnósticos—no es la creación misma, sino su orden o funcionamiento fundamental en la actualidad. El deseo del hombre por riquezas, poder, comodidad y fama es lo que pervierte a la tierra. La codicia y la auto-preservación (vs. el amor y el auto-sacrificio que definirá el gobierno del Mesías) son los impulsos principales de cada sociedad sobre la tierra en la actualidad. El surgimiento de la sociedad democrática ha más que demostrado que esto es cierto, ya que cada elección se gana o se pierde basado en la confiabilidad que ofrece cada candidato para proveer protección para mí y mi dinero.
No debería pasar desapercibido que tanto Juan como Pablo le escribían a creyentes dentro de la iglesia. Amistad con el mundo y la implementación de sus principios elementales no son simplemente problemas con la iglesia moderna, son debilidades fundamentales en el corazón del hombre.
El gran reto que enfrenta la iglesia moderna es recuperar su identidad de exiliados. La mayoría de los líderes en la iglesia considerarían una declaración como la de Juan en un correo electrónico de parte de un supervisor como falta de tacto y de visión. Nuestra amistad con el mundo es profunda, y sus principios elementales mantienen nuestros ministerios financieramente a flote.
Los apóstoles sabían acerca de los problemas y persecuciones que le esperaban a la iglesia primitiva, y escribieron estas cosas en ese contexto. La identidad de exiliados en la iglesia es una gran protección durante tiempos así. Los creyentes que estiman este siglo y lo que este ofrece serán devastados por tales eventos—o peor aún—totalmente apartados de la fe.
Gracias a Dios, nuestro Padre, por enviar originalmente a estos hombres con el mensaje del evangelio. Tenemos una gran necesidad por más ancianos-pastores como Juan. La hora ya es tarde, y no podemos darnos el lujo de continuar en esta ilusión que nos hemos creado. Nuestro amor por el mundo y sus caminos no está oculto delante de Dios. El lenguaje y la retórica cristiana que utilizamos cuando presentamos nuestra agenda no engaña a Dios en cuanto a la motivación del corazón. Como exiliados y extranjeros sigamos Su ejemplo para que podamos decir con El, «¡el príncipe de este mundo viene, pero no tiene ninguna parte en mí!»
[1] El gnosticismo como el platonismo, su ancestro doctrinal, estimaba las cosas «espirituales» y despreciaba las cosas físicas debido a su creencia en una perversión fundamental de lo material.

Bill Scofield
Coordinador y maestro
Bill es un maestro de la Biblia, esposo y padre de cinco hijos y una hija. El y su esposa Charis ayudan a supervisar The Watch (La Vigilia) – una comunidad de creyentes dedicados a la oración en Redding, California. Como hijo de misioneros Bill vivió en Guatemala por muchos años y por eso tiene un gran amor por Latinoamérica. Su ministerio se enfoca en preparar a otros para el Día del Señor y su Reino venidero por medio de la enseñanza de la Biblia, el discipulado y las misiones. Pueden visitar su sitio billscofield.com o contactarlo a [email protected].