No se conformen al «Stoikeíon»

por Feb 25, 2013Artículos, John Harrigan, Recursos

La conformidad es un fenómeno extraño. Podría decirse que es la fuerza sociológica más fuerte, pero transcurre encubiertamente, sin que lo pensemos. Puede ser usada para bien o para mal, pero dada la condición del hombre, usualmente es para mal. En la Biblia se nos llama a ser «conformados» a la imagen y carácter de Jesús (Rom. 8:29), porque él nos ha dado «un ejemplo» (1Pe. 2:21), para que caminemos en sus pisadas (¡esto requiere al Espíritu Santo!). Por otro lado, somos llamados a no «conformarnos a este mundo» (Rom. 12:2) ni «conformarnos a los deseos que antes tenían en su ignorancia» (1 Pe. 1:14). ¿Pero cuáles son los deseos de este mundo? Pablo los llama el «stoikeíon», es decir “las cosas elementales del mundo” (Gal. 4:3, 9; Col. 2:8, 20). Los principios fundamentales de este mundo (vs. los del mundo porvenir) son la auto-preservación, auto-promoción, auto-exaltación, etc.

El «stoikeíon» de este mundo crea un poderoso sistema de valores que presiona a la iglesia a la mala conformidad. Viviendo para esta vida, poniendo nuestra esperanza en cosas temporales, siguiendo a hombres caídos—estos son resultados de las raíces del stoijeíon en el cristianismo moderno, tanto individual como colectivamente. Por eso, Pablo vería a la iglesia hoy en día siendo administrada como un negocio corporativo occidental, y la inmoralidad y perversión rampante entre creyentes individuales, y simplemente los llamaría a ambos mundanos, sin ser distintos a los incrédulos a su alrededor porque ambos son impulsados por el «stoikeíon» (las cosas elementales del mundo) de este siglo.

En su día, Pablo agrupó la auto-justificación del grupo judío de la circuncisión (Gal. 2:12; Ef. 2:11; Tit. 1:10) y la auto-exaltación de los predicadores filosóficos griegos (1 Cor. 2:1; 1 Tim. 6:20; 2 Tim. 2:16) en la misma categoría: seguidores del «stoikeíon», es decir conformidad a “la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire… en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente” (Ef. 2:2-3).

Aunque el cristianismo moderno usualmente cubre los deseos impíos de este siglo con una apariencia cristiana, no seamos disuadidos; sino más bien, “pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Cristo Jesús. Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia” (1 Pe. 1:13-14). “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.” (Heb. 10:24-25)

John Harrigan

John Harrigan

Autor

John es un plantador de iglesias y misiólogo que vive en Columbia, SC con su esposa Lydia y sus cuatro hijos. El viaja y enseña acerca de la Cruz, la gran comisión y el regreso de Jesús.  Su sitio web es gospelofchristcrucified.com.