Israel y nuestro entendimiento de la Biblia

por Henry Bruno | Seminario: ¿Por qué Israel?

Sesión 2: Israel y nuestro entendimiento de la Biblia

por | 31 Oct, 2014

En este segundo episodio de la serie “¿Por qué Israel?”, presentamos la primera de tres razones por las cuales es vital entender la centralidad de Israel en el plan de Dios: Nuestra manera de ver a Israel afecta nuestra manera de ver la Biblia. En otras palabras, nuestra idea u opinión acerca de la nación de Israel y de los judíos en general, afectará positiva o negativamente como entendemos y aplicamos las Escrituras.

Todo buen discípulo del Señor debe tener un deseo sincero de conocerle a Él al entender Sus caminos y buscar obedecerlo sin reservas.

“Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, Te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo Te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo.” (Éxodo 33:13) 

 

Entonces Jesús decía a los Judíos que habían creído en El: “Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” (Juan 8:31–32) 

Para lograr esto es necesario leer, entender y responder a Su Palabra con todo nuestro corazón. Lo cual requiere diligencia al estudiar y aprender las Escrituras a fin de entenderlas correctamente. Por lo tanto, si para ser buenos discípulos debemos cultivar un sano entendimiento de la Biblia, y si nuestra manera de ver la Biblia está determinada por nuestra manera de ver a Israel, entonces es extremadamente relevante comprender el lugar de Israel en la Biblia.

Históricamente ha habido dos maneras principales de entender el lugar de Israel en las Escrituras:

  1. El supersesionismo o teología de reemplazo – que enseña en general que Israel ha sido sustituido o reemplazado por un nuevo Israel “espiritual” llamado la Iglesia. De manera tal que la elección y función étnica del pueblo judío ya no tiene ninguna relevancia en el plan de Dios. Para más información vean este artículo y este otro artículo.
  2. El dispensacionalismo – el cual enseña que Israel sigue teniendo un lugar importante en el plan de Dios, pero que Israel es una entidad absolutamente distinta y separada de la Iglesia. Esta distinción es tal que Dios de hecho tiene “dos pueblos” y por lo tanto dos planes de salvación para cada uno. Si desean saber más vean este artículo.

Nuestra convicción es que estas dos ideas son incorrectas ya que Dios ni ha reemplazado a Su pueblo, ni tampoco la iglesia es una “nueva” entidad separada de Israel. Pero de esto hablaremos en otro momento.

A simple vista podemos decir tres cosas principales acerca de la Biblia en relación a Israel:

  1. La Biblia fue escrita principalmente para ellos – con el propósito de instruirlos en Sus caminos, de confrontarlos, corregirlos y consolarlos, y de confiarles las alabanzas del Señor para que fueran luz a las naciones, Dios le concedió a Israel el precioso don de la Ley, los Profetas y los Salmos (Luc. 24:44). De esto testificaron Jesús y los apóstoles en lo que luego se llamó el Nuevo Testamento.

“Miren, yo les he enseñado estatutos y decretos tal como el Señor mi Dios me ordenó, para que así los cumplan en medio de la tierra en que van a entrar para poseerla. “Así que guárdenlos y pónganlos por obra, porque ésta será su sabiduría y su inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: ‘Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.’ “Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el Señor nuestro Dios siempre que Lo invocamos? “¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta ley que hoy pongo delante de ustedes? (Deuteronomio 4:5–8)

 

“Cuando subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor había hecho con ustedes, me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua. “El Señor me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios; y en ellas estaban todas las palabras que el Señor les había dicho en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. “Y aconteció después de cuarenta días y cuarenta noches, que el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto. (Deuteronomio 9:9–11) 

 

En verdad, El ama al pueblo; Todos Tus santos están en Tu mano, Y siguen en Tus pasos; Todos reciben de Tus palabras. Una ley nos dio Moisés, Una herencia para la asamblea (lit. congregación o iglesia) de Jacob. (Deuteronomio 33:3–4) 

 

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; Inclinen ustedes su oído a las palabras de mi boca. En parábolas abriré mi boca; Hablaré enigmas de la antigüedad, Que hemos oído y conocido, Y que nuestros padres nos han contado. No lo ocultaremos a sus hijos, Sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, Su poder y las maravillas que hizo. Porque El estableció un testimonio en Jacob, Y puso una ley en Israel, La cual ordenó a nuestros padres Que enseñaran a sus hijos… (Salmo 78:1–5) 

 

Porque no me avergüenzo del evangelio (anunciado por las Escrituras), pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del Judío primeramente y también del Griego. (Romanos 1:16) 

  1. La Biblia fue escrita principalmente por ellos – de los 66 libros que componen las Escrituras sólo uno no fue escrito por un judío, el evangelio de Lucas.

“Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas (los profetas judíos).” Entonces todos los discípulos Lo abandonaron y huyeron. (Mateo 26:56) 

 

¿Cuál es, entonces, la ventaja del Judío? ¿O cuál el beneficio de la circuncisión? Grande, en todo sentido. En primer lugar, porque a ellos les han sido confiados los oráculos (las palabras) de Dios. (Romanos 3:1–2) 

 

Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios. (2 Pedro 1:20–21) 

 

Amados, ésta es ya la segunda carta que les escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en ustedes su sincero entendimiento, para que recuerden las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por los apóstoles de ustedes. (2 Pedro 3:1–2)      

  1. La Biblia es principalmente acerca de ellos – Una simple lectura de la Biblia nos haría ver el lugar central que ocupa el pueblo judío a lo largo de su narrativa. De principio a fin la elección y esperanza de Israel son el tema central de las Escrituras. Aunque todo está dirigido a la exaltación de Dios y del Señor Jesús, y al beneficio de las naciones, el testimonio bíblico transcurre en el contexto del llamado de la nación escogida y el pacto y la historia de Dios con esa nación.

“Por tanto, por esta razón he pedido verlos y hablar con ustedes, porque por causa  de la esperanza de Israel llevo esta cadena.” (Hechos 28:20) 

 

Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran Saduceos y otra Fariseos, alzó la voz en el Concilio: “Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseos. Se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos.” (Hechos 23:6)

 

“Pero esto admito ante usted, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que es conforme a la Ley y lo que está escrito en los Profetas; teniendo la misma esperanza en Dios que éstos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos. (Hechos 24:14–15) 

 

En cuanto al evangelio, son enemigos por causa de ustedes, pero en cuanto a la elección de Dios, son amados por causa de los padres. Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. (Romanos 11:28–29) 

 

Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la perseverancia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza. Y que el Dios de la perseverancia y del consuelo les conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros conforme a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesús el Cristo. Por tanto, acéptense los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para la gloria de Dios. Pues les digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los Gentiles glorifiquen a Dios por Su misericordia, como está escrito: “Por tanto, Te confesare entre los Gentiles, y a Tu nombre cantare.” (Romanos 15:4–9) 

Al tomar en cuenta estas simples observaciones podemos llegar a una conclusión: ¡Este santo y poderoso libro que tanto amamos y atesoramos, es un libro Judío inspirado por el Dios de Israel! Lo que significa que al leerlo y buscar entenderlo debemos reconocer eso con humildad. Debemos evitar también imponerle nuestras propias ideas o paradigmas que simplemente contradicen la pureza y el poder de su mensaje.

Por ejemplo, la promesa acerca de un reino judío en la tierra el cual habrían de heredar aquellos que fueran dignos de la resurrección de entre los muertos, es parte esencial de ese mensaje (el evangelio). Sin embargo, durante el tiempo de Jesús y los apóstoles surgieron falsas ideas nacidas de la filosofía griega (Sócrates, Platón, Aristóteles, etc.) que negaban absolutamente esa verdad e insistían que el ideal de la existencia humana era escapar de lo físico, material y temporal a fin de entrar a un mundo inmaterial y eterno libre de esas “limitaciones”. Les recomiendo que escuchen esta serie de enseñanzas relacionadas a todo esto.

Hemos visto cuán importante es reconocer la centralidad de Israel para poder escuchar, entender y responder correctamente al mensaje de la Biblia. ¿De qué otra manera pudiéramos cultivar una sana doctrina que honre al Señor y su Palabra? Pero no se queda ahí, sino que además la mera existencia del pueblo judío en la actualidad constituye la evidencia más contundente acerca de la verdad y autoridad de las Escrituras. Cuando los pueblos de la tierra son testigos de los tratos de Dios con esta nación conforme a Su pacto, es imposible negar Su poder y la fidelidad de Su Palabra. Específicamente en el contexto de de la disciplina del Señor al juzgarlos severamente y finalmente al salvarlos en el fin del siglo, Su gloria será revelada y Su nombre santificado para siempre.

“Pero si en verdad ustedes o sus hijos se apartan de Mí y no guardan Mis mandamientos y Mis estatutos que he puesto delante de ustedes, y se van y sirven a otros dioses y los adoran, entonces cortaré a Israel de sobre la superficie de la tierra que les he dado; y la casa que he consagrado a Mi nombre la echaré de Mi presencia, e Israel se convertirá en refrán y escarnio entre todos los pueblos. “Y esta casa se convertirá en un montón de ruinas. Todo el que pase quedará atónito y silbará, y dirá: ‘¿Por qué ha hecho así el Señor a esta tierra y a esta casa?’ “Y le responderán: ‘Porque abandonaron al Señor su Dios, que sacó a sus padres de la tierra de Egipto, y tomaron para sí otros dioses, los adoraron y los sirvieron. Por eso el Señor ha traído toda esta adversidad sobre ellos.’ (1 Reyes 9:6–9)

 

‘Los haré motivo de espanto y de calamidad para todos los reinos de la tierra, de oprobio y refrán, de burla y maldición en todos los lugares adonde los dispersaré. (Jeremías 24:9) 

  

“Por la sangre que has derramado te has hecho culpable, y con los ídolos que has hecho te has contaminado. Has hecho que se acerque tu día y has llegado al término de tus años. Por tanto te he hecho oprobio de las naciones y objeto de burla de todas las tierras. (Ezequiel 22:4) 

“Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los Gentiles, hasta que los tiempos de los Gentiles se cumplan. (Lucas 21:24) 

 

¡Una voz! Tus centinelas alzan la voz, A una gritan de júbilo Porque verán con sus propios ojos Cuando el Señor restaure a Sion. Prorrumpan a una en gritos de júbilo, Lugares desolados de Jerusalén, Porque el Señor ha consolado a Su pueblo, Ha redimido a Jerusalén. El Señor ha desnudado Su santo brazo A la vista de todas las naciones, Y todos los confines de la tierra verán La salvación de nuestro Dios. (Isaías 52:8–10)

Henry Bruno

Henry Bruno

Coordinador y maestro

Henry es un discípulo de Jesús, esposo de Aneliz y padre de cuatro hermosas hijas. Su pasión es hacer discípulos que estén firmes en el evangelio, dando testimonio de la verdad y preparados para recibir a Jesús de los cielos al perseverar en fe, esperanza y amor hasta el fin del siglo. Actualmente se encuentra en el Medio Oriente donde sirve al Señor junto a su familia. Pueden contactarlo a [email protected].